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A Leopoldo Iglesias MACARRO

En representación de la Asociación de Amistad con Cuba Bartolomé de las Casas de Sevilla, quiero expresar nuestras condolencias a la familia y nuestro pesar por el fallecimiento de Leopoldo.

Hace ya cerca de 22 años, en 1991, cuando empezamos a organizar la Asociación de Amistad con Cuba de Sevilla, la persona que tuvo la iniciativa de crearla, Juan A. González Caraballo, solicitó asesoramiento a la que ya existía en Madrid. Ellos nos pusieron en contacto con el amigo Leopoldo. Él llevaba varios años asociado a la asociación de amistad con cuba Bartolomé de las Casas de Madrid, que fue la primera Asociación de Solidaridad con Cuba que se creó en el Estado, allá por el año 1974 (hace cerca de 40 años) y a la que pertenecieron personas tan significativas como Marcelino Camacho, Paco Rabal, Antonio Gades, o el juez Vicente Chamorro, y también otros muchos de ejemplar trayectoria de lucha antifranquista y compromiso social.

Leopoldo se comprometió desde el principio en desarrollar con nosotros la Solidaridad con Cuba en Sevilla. Ha desempeñado tareas en la Junta Directiva y siempre ha estado presente en todas las actividades y manifestaciones que hemos organizado. En reconocimiento a su labor militante y a su entrega generosa, hace dos años la Asociación le hizo un homenaje, al que fue acompañado por toda su familia.

Recuerdo que en la última Asamblea de Socios/as que hemos celebrado se comprometió a hacer una excursión a las minas de Rio Tinto. Él estaba vinculado a este lugar de tantas luchas obreras porque nació en Nerva, y provenía de una familia trabajadora, la cual tuvo algunas víctimas del terrorismo franquista. En este pueblo de Nerva nacieron también muchos de los mineros que formaron parte de La Columna Minera que vino a Sevilla a defender la República y que fueron salvajemente masacrados en La Pañoleta o murieron en las barricadas de obreros del barrio de San Julián y Triana.

Eso fue en julio de 1936. Cuando la sublevación fascista Leopoldo tenía solo 9 años, pero esta tragedia marcó su vida para siempre. Conoció de niño la represión franquista y se rebeló contra ella arriesgándose al máximo.

Formó parte del movimiento guerrillero, del maquis, fue enlace de apoyo entre la ciudad y el monte. Asumió la responsabilidad de organización del Partido Comunista hasta que fue detenido, encarcelado, torturado y condenado  a 20 años de cárcel en un Consejo de Guerra. Estuvo a punto de ser condenado a muerte, como si lo fueron sus compañeros José Mayo, Manuel López Castro, y Luis Campos, que están enterrados muy cerquita de aquí, junto a la tumba de José Díaz.

Leopoldo estuvo cerca de 3 años encarcelado, entre 1949 y 1951, y a pesar de que estaba vigilado y controlado por la Brigada Político Social, continúo con la lucha obrera en donde conseguía trabajo hasta que lo despedían.

Yo lo conocí en la fábrica, fui su compañero en Construcciones Aeronáuticas. El se reincorporó en diciembre  de 1977 con la Amnistía Laboral. Ahora tengo que reconocer el gran privilegio que tuvimos los jóvenes que nos estrenábamos entonces en el sindicalismo legal al convivir con luchadores forjados en muchísimos años de movilizaciones reivindicativas, despidos, detenciones y cárcel.

Como protagonista directo de tantas vivencias, realizó una fructífera labor en la Asociación de Expresos Políticos, y en la Plataforma para la recuperación de la Memoria Histórica.

Hay un detalle digno de resaltar y es que siempre que le hacían entrevistas audiovisuales para grabar su testimonio, el siempre colocaba bien visible para la cámara aluna foto o detalle simbólico de la Revolución Cubana. Incluso en alguna ocasión fue grabado en el local de nuestra Asociación. Transmitía el mensaje claro de -yo he estado defendiendo causas legítimas y sigo defendiendo causas por las que hay que seguir luchando-. En todas las entrevistas se declaraba comunista y pro-cubano.

Para mí y para todos los que estamos aquí su muerte ha sido un mazazo inesperado porque sorprendía la vitalidad humana y la lucidez mental que demostraba siempre. Siempre lo comparábamos con su amigo el poeta Marcos Ana (él lo llamaba “su primo” porque el poeta se llama Fernando Macarro).

Hoy es un día muy triste para nosotros pero también tenemos que valorar el haberlo conocido y disfrutado de su Amistad. Su ejemplo de luchador incombustible y de hombre solidario permanecerá en nuestros corazones, y en la memoria colectiva será un referente que seguirá alentando a seguir andando el camino hacia un mundo mejor.

¡Hasta siempre compañero Leopoldo!

Manolo Raya

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